sábado, 12 de marzo de 2022

Ucrania, cuando los refugiados vienen de Europa

 

La invasión de Rusia en Ucrania, ha tenido como reacción el desplazamiento de miles de refugiados ucranianos que han optado por trasladarse a naciones próximas como Polonia, Hungría, Bulgaria y Rumania, países donde, hasta el momento, han sido bien recibidos por los gobernantes.

Según datos de Acnur, más de 500 mil personas refugiadas han huido de Ucrania hacia países limítrofes. Unos desplazamientos que han sido elogiados por todo el mundo por su gran muestra de gratitud y hospitalidad. Una realidad que ha puesto en enorme evidencia las enormes diferencias y desigualdades existentes entre las personas refugiados de origen ucraniano y aquellos que proceden de zonas como Medio Oriente o África.

Esta realidad, esta diferencia en el trato y en la gestión de la solidaridad, ha sido puesta de manifiesto incluso, a través de la opinión de algunos de nuestros gobernantes, comentarios que evidencian, una vez más, el racismo institucional que aún persiste en la vieja Europa. Otra prueba más que evidencia como el proyecto de una Europa solidaria y fraternal cada día se aleja más de ser una realidad para tan solo ser un delirio ya caduco.

Con tan sólo tres meses de diferencia, el primer ministro húngaro Viktor Orban paso de un “no vamos a dejar que nadie entre” a “estamos dejando que todos entren”. La diferencia entre un comentario y el siguiente, obviamente, estaba condicionado por el lugar de origen de las personas refugiadas. El primero se refería a migrantes y refugiados de Medio Oriente y África. El segundo fue al referirse a personas de Ucrania. Cuestión de colores, supongo.

 

Kiril Petkov, primer ministro de Bulgaria, afirmo que: “estos no son los refugiados a los que estamos acostumbrados… estas personas son europeas”. Añadiendo, además que, “Estas son personas inteligentes y educadas… No es la oleada de refugiados a la que hemos estado acostumbrados, personas de las que no estábamos seguros de su identidad, personas con pasados poco claros, que incluso podrían haber sido terroristas…”. Santiago Abascal, presidente del partido de extrema derecha VOX, diferencia a los refugiados ucranianos de las “invasiones de jóvenes” de origen musulmán que “atacan” las fronteras de Europa. Diferenciando a las personas refugiadas de origen ucraniano con las personas que llegan a España desde el continente africano: "Cualquiera puede entender la diferencia entre esos flujos y las invasiones de jóvenes varones de origen musulmán en edad militar que se han lanzado contra las fronteras de Europa". Una vez más, entiendo, debe ser cuestión de colores.

Los medios de comunicación no aportan soluciones en este conflicto, el corresponsal extranjero de CBS, Charlie D’Agata afirmó que, “Esto no es Irak o Afganistán, esta es una ciudad relativamente civilizada y europea”. Comentarios deleznables, marcados por una visión etnocentrista que de ninguna manera puede justificar el racismo que ellas contiene. El canal Al-Jazeera transmitió el polémico comentario: “lo que es convincente es mirarlos, la forma en que están vestidos. Son personas prósperas de clase media. Obviamente, no son refugiados que intentan escapar de Medio Oriente o del norte de África. Se ven como cualquier familia europea que vivirías al lado”.

 

Las redes sociales no han sido un espacio ajeno a la discriminación y al racismo, sin embargo, considero que, las mayores muestras de solidaridad han sido manifestado a través de estos canales donde las dimensiones del cuarto poder son más difusas. Afirmaciones como esta: “Los países europeos acogen con los brazos abiertos a miles de refugiados ucranianos. Pero cuando se trata de sirios, iraquíes o afganos, se habla de crisis migratoria”, muestran la crudeza de una solidaridad desigual, incluso en momentos donde nos deberíamos exigirnos ser más coherentes que nunca.

Ziad Majed, el politólogo de origen libanes, afirma que, la “magnífica solidaridad y humanismo” hacia los ucranianos reflejan una “distinción chocante” que revela la “deshumanización de los refugiados de Oriente Medio”.

El periodista de origen sirio Okba Mohammad afirma que este tipo de declaraciones son “una mezcla de racismo e islamofobia”. “Un refugiado es un refugiado, ya sea europeo, africano o asiático”, dijo Mohammad.

 

En estos días ha surgido una oleada de solidaridad lógica frente a la situación de extrema delicadeza. Una situación de clara urgencia que merece una respuesta inmediata. En estos días, el territorio europeo está experimentando el mayor desplazamiento de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, una realidad que merece de una respuesta coherente. Sin embargo, y en base a esta coherencia, es inevitable percibir el "doble resero" con migrantes subsaharianos y refugiados ucranianos.  Marlaska niega "doble resero" con migrantes subsaharianos y refugiados ucranianos y ve como "partidistas" las críticas. Un doble resero con migrantes del África subsahariana que saltaron, según los medios, "con violencia la valla de Melilla" esta semana y refugiados de Ucrania que escapan de "la invasión de Rusia", alegando que son situaciones absolutamente distintas.

Las escenas de inmigrantes africanos, asiáticos y latinoamericanos que vivían en Ucrania a los que se les deniega todo tipo de auxilio por el mero hecho de no ser rubios y de ojos azules, es una evidencia humillante a la que se ha enfrentado la humanidad en la historia contemporánea. Entender que cualquier persona sea cual sea la razón que la ha llevado a ser refugiada, debe conllevar, como un ejercicio empatía, la obligación moral y ética de ser solidarios con cualquier ser humano que padece el exilio y el destierro.

 

                                                                                                                                    Israel López Marín

                                                                                                                                    Marzo de 2022

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