La invasión de Rusia en Ucrania, ha tenido como
reacción el desplazamiento de miles de refugiados ucranianos que han optado por trasladarse
a naciones próximas como Polonia, Hungría, Bulgaria y Rumania, países donde,
hasta el momento, han sido bien recibidos por los gobernantes.
Según
datos de Acnur, más de 500 mil personas refugiadas han huido de Ucrania hacia países
limítrofes. Unos desplazamientos que han sido elogiados por todo el mundo por
su gran muestra de gratitud y hospitalidad. Una realidad que ha puesto en
enorme evidencia las enormes diferencias y desigualdades existentes entre las
personas refugiados de origen ucraniano y aquellos que proceden de zonas como Medio Oriente o África.
Esta
realidad, esta diferencia en el trato y en la gestión de la solidaridad, ha
sido puesta de manifiesto incluso, a través de la opinión de algunos de
nuestros gobernantes, comentarios que evidencian, una vez más, el racismo institucional
que aún persiste en la vieja Europa. Otra prueba más que evidencia como el
proyecto de una Europa solidaria y fraternal cada día se aleja más de ser una
realidad para tan solo ser un delirio ya caduco.
Con
tan sólo tres meses de diferencia, el primer ministro húngaro Viktor Orban paso
de un “no vamos a dejar que nadie entre” a “estamos dejando que todos entren”.
La diferencia entre un comentario y el siguiente, obviamente, estaba
condicionado por el lugar de origen de las personas refugiadas. El primero se
refería a migrantes y refugiados de Medio
Oriente y África. El segundo fue al referirse a personas de Ucrania. Cuestión
de colores, supongo.
Kiril
Petkov, primer ministro de Bulgaria, afirmo que: “estos no son los refugiados a
los que estamos acostumbrados… estas personas son europeas”. Añadiendo, además que, “Estas son personas inteligentes y educadas… No es la oleada de refugiados a la que
hemos estado acostumbrados, personas de las que no estábamos seguros de su
identidad, personas con pasados poco claros, que incluso podrían haber
sido terroristas…”.
Santiago Abascal, presidente del partido de extrema derecha VOX, diferencia a
los refugiados ucranianos de las “invasiones de jóvenes” de origen musulmán que
“atacan” las fronteras de Europa. Diferenciando a las personas refugiadas de
origen ucraniano con las personas que llegan a España desde el continente
africano: "Cualquiera puede entender la diferencia entre esos flujos y las
invasiones de jóvenes varones de origen musulmán en edad militar que se han
lanzado contra las fronteras de Europa". Una vez más, entiendo, debe ser
cuestión de colores.
Los
medios de comunicación no aportan soluciones en este conflicto, el corresponsal
extranjero de CBS, Charlie D’Agata afirmó que, “Esto no es Irak o Afganistán,
esta es una ciudad relativamente civilizada y europea”. Comentarios
deleznables, marcados por una visión etnocentrista que de ninguna manera puede
justificar el racismo que ellas contiene. El canal Al-Jazeera transmitió el
polémico comentario: “lo que es convincente es mirarlos, la forma en que están
vestidos. Son personas prósperas de clase media. Obviamente, no son refugiados que
intentan escapar de Medio Oriente… o del norte de África. Se ven como
cualquier familia europea que vivirías al lado”.
Las
redes sociales no han sido un espacio ajeno a la discriminación y al racismo,
sin embargo, considero que, las mayores muestras de solidaridad han sido
manifestado a través de estos canales donde las dimensiones del cuarto poder
son más difusas. Afirmaciones como esta: “Los países europeos acogen con
los brazos abiertos a miles de refugiados ucranianos. Pero cuando se trata de
sirios, iraquíes o afganos, se habla de crisis migratoria”, muestran la crudeza
de una solidaridad desigual, incluso en momentos donde nos deberíamos exigirnos
ser más coherentes que nunca.
Ziad
Majed, el politólogo de origen libanes, afirma que, la “magnífica solidaridad y
humanismo” hacia los ucranianos reflejan una “distinción chocante” que revela
la “deshumanización de
los refugiados de Oriente Medio”.
El
periodista de origen sirio Okba Mohammad afirma que este tipo de declaraciones
son “una mezcla de racismo e islamofobia”. “Un refugiado
es un refugiado, ya sea
europeo, africano o asiático”, dijo Mohammad.
En estos días ha surgido una oleada de
solidaridad lógica frente a la situación de extrema delicadeza. Una situación de
clara urgencia que merece una respuesta inmediata. En estos días, el territorio
europeo está experimentando el mayor desplazamiento de refugiados desde la
Segunda Guerra Mundial, una realidad que merece de una respuesta coherente. Sin
embargo, y en base a esta coherencia, es inevitable percibir el "doble
resero" con migrantes subsaharianos y refugiados ucranianos. Marlaska niega "doble resero" con
migrantes subsaharianos y refugiados ucranianos y ve como
"partidistas" las críticas. Un doble resero con migrantes del África
subsahariana que saltaron, según los medios, "con violencia la valla de
Melilla" esta semana y refugiados de Ucrania que escapan de "la
invasión de Rusia", alegando que son situaciones absolutamente distintas.
Las escenas de inmigrantes
africanos, asiáticos y latinoamericanos que vivían en Ucrania a los que se les
deniega todo tipo de auxilio por el mero hecho de no ser rubios y de ojos
azules, es una evidencia humillante a la que se ha enfrentado la humanidad en
la historia contemporánea. Entender que cualquier persona sea cual sea
la razón que la ha llevado a ser refugiada, debe conllevar, como un ejercicio empatía,
la obligación moral y ética de ser solidarios con cualquier ser humano que
padece el exilio y el destierro.
Israel López Marín
Marzo de 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario