miércoles, 30 de junio de 2021

Barros, lodos y discursos de odio.


 

El pasado 12 de junio, a ocho minutos después de las diez de la noche, una cámara de seguridad de uno de los locales del Puerto de Mazarrón graba a un hombre caminando hacia la Cafetería El Muelle, mientras sujeta con la mano una pistola a la vista de todo el mundo. Llega a la citada cafetería y le pega tres tiros en el pecho a un cliente: Younes. No es una película, no es la escena de una serie.

Al grito de “¡moro de mierda!” un militar retirado, Carlos Patricio, asestó tres disparos a Younes Bilal, de 37 años.

"No quiero moros en el local", "los moros no tienen papeles"...

Días después, en Cartagena, una mujer apuñaló a otra en una cola de alimentos de Cáritas al grito de “¡sudaca, nos quitan la comida!”.

El discurso del odio ha calado de manera profunda, ya no es una quimera abstracta sobre la cual divagar. La extrema derecha ha instrumentalizando el discurso del odio hasta provocar la muerte. No son hechos aislados ni los supremacistas blancos están locos. Es odio racial, y los culpables de que se extienda ocupan escaños, consejerías y tribunas de opinión. Todo se encuentra perfectamente diseñado.

Construir una sociedad jerárquica y violenta, basada en la segregación racial, no conduce a nada. Así no vamos a ningún sitio. La discriminación y los prejuicios son dañinos para todos. No podemos progresar negando la diversidad, la riqueza y la diversidad, ni ejerciendo violencia sobre todo el que no sea blanco, nacionalista y fascista.

 

Israel López Marín

Junio de 2021

lunes, 14 de junio de 2021

Hijos sanos del patriarcado.

No están locos ni enajenados. Tampoco están enfermos, si fuera así, todo sería mucho más sencillo de explicar. Cada día encontramos en cualquier medio de comunicación una nueva agresión, otra muestra más de la violencia de género. Una verdadera lacra con la que, en pleno año 2021, seguimos conviviendo sin mostrar como sociedad la contundente respuesta que merece de manera frontal.

Cada día vemos en las redes sociales un nuevo caso de “señores modélicos” y “ejemplares padres de familia” que por el arte del birli birloque, recurren a la violencia como un último recurso en un océano de desesperación personal y crisis existencial, mostrando grandes titulares en programas, plataformas y medios de comunicación de profunda bajeza moral. ¿Hasta cuándo vamos a consentir esto? ¿Hasta cuándo vamos a seguir engañándonos con falsos argumentos? Mientras los medios de comunicación se regocijan en el dolor ajena, la violencia de género sigue avanzando como la herramienta de dominación del patriarcado que es.

Podríamos definir terrorismo como la forma violenta de lucha, mediante la cual se persigue la destrucción del orden establecido o la creación de un clima de terror e inseguridad susceptible de intimidar a los adversarios o a la población en general. Un término adecuado para definir lo que supone la violencia de género. En estos días escuchamos a través de estos medios de comunicación el termino violencia vicaria. Término que utilizan los expertos para referirse a los casos en los que el padre agrede a sus hijos para hacer daño a la madre. Reitero, hombres que no están enfermos, hombres que no están enajenados, hombres sanos que no merecen ser llamados padres, acaso progenitores, soldados sanos del patriarcado.

Durante años se viene alertando contra la violencia vicaria que sufren los hijos de las mujeres maltratadas y reclamando refuerzos de los mecanismos con los que ya cuenta nuestro ordenamiento jurídico para una mejor protección de los niños y niñas. La ley, aprobada recientemente con los únicos votos en contra de Vox, y que entra en vigor el 24 de junio, estipula que ahora el juez suspenderá el régimen de visitas cuando se dicte una orden de protección por violencia de género y haya indicios de que los hijos han presenciado o sufrido maltrato.

El patriarcado absorbe y contamina cada centímetro de la vida pública y privada a través de un sistema perverso y asimétrico de dominación, donde sus víctimas y enemigos a abatir es toda aquella persona que se encuentren enfrente, ya sean estas sus parejas o compañeras, o sus hijas e hijos. Un total de 41 menores han sido asesinados en el estado español por la violencia de género en todas sus formas desde 2013, año en el que se empezaron a contabilizar de forma oficial estos datos.

Desde agosto de 2015, con la puesta en marcha la Ley de la Infancia y la Adolescencia, se comenzó a considerar a los menores expuestos a la violencia de género como víctimas de esta lacra. Para ello, la norma incluyó reformas en hasta una veintena de reformas que implicaban al Código Civil, la Ley de Seguridad Social o la Ley de Extranjería, entre otras.

Sin embargo, los datos oficiales de asesinatos ya se venían recogiendo desde dos años antes. En 2013 fueron 6 los menores asesinados por las parejas o exparejas de sus madres, una cifra que descendió a 4 un año después y se elevó a 5 en 2015.

En 2016, por su parte, se registró una muerte de un menor por violencia de género y en 2017 se contabilizó el número más alto, hasta ahora, en este sentido: 8 niños fueron asesinados por violencia de género en España ese año. En 2018 fueron 7 los niños asesinados, mientras que en 2019 y 2020 se registraron 3 víctimas, en cada uno de esos años.

No están locos ni enajenados. Tampoco están enfermos, si fuera así, todo sería mucho más sencillo de explicar. Dejemos de nombrarles como tal. Son los hijos sanos del patriarcado, soldados de un sistema de poder basado en el miedo y en la coacción. Ante esta realidad, los hombres no podemos mirar hacia otro lado, los hombres no podemos hacer otra cosa que denunciar y condenar cualquier manifestación denigrante, todo lo demás es ser cómplice del patriarcado.

 

Israel López Marín

Junio de 2021

 

 

 

Crisis Climática y Respuesta Popular

El reciente temporal que azotó España, uno de los fenómenos de DANA más severos del siglo, ha dejado un saldo devastador, con 215 víctimas m...