Los
recientes disturbios de extrema derecha en Reino Unido representan un evidente
fracaso de las políticas de convivencia y una estrategia deliberada para
fracturar la sociedad. Estos episodios de violencia antiinmigrante, que han
arrasado el país en los últimos días, destacan la incapacidad de las políticas
actuales para promover la integración y la cohesión social. Estos disturbios,
que comenzaron como protestas antiinmigración organizadas en redes sociales,
rápidamente degeneraron en ataques violentos contra edificios públicos y
enfrentamientos con la policía.
En
Plymouth, una multitud enfurecida causó estragos, dejando a varios agentes de
policía heridos. En Rotherham y Tamworth, agitadores incendiaron hoteles que
albergaban a solicitantes de asilo, poniendo en peligro a quienes buscaban
refugio. Estos actos violentos, impulsados por una campaña de desinformación
antiinmigrante, reflejan la creciente retórica antimigrante que ha permeado en
el país en los últimos años. Estos eventos son un claro ejemplo de cómo la
desinformación y el odio pueden desestabilizar comunidades y poner en peligro
la convivencia.
El primer
ministro Keir Starmer, en su primera crisis desde que asumió el cargo, ha
condenado estos actos como "matonismo organizado y violento". Sin
embargo, su liderazgo será puesto a prueba en cómo maneje la respuesta a estos
disturbios. Starmer presidió su primera sesión COBRA, una reunión de emergencia
de los organismos nacionales y los poderes del Estado, para debatir la
respuesta a los desórdenes. La violencia estalló tras un ataque con arma blanca
en Southport, donde murieron tres menores. La extrema derecha aprovechó este
trágico incidente para difundir desinformación y movilizar protestas
antimusulmanas y antiinmigrantes. La policía ha confirmado que el sospechoso no
era inmigrante, desmintiendo las falsas afirmaciones que alimentaron la
violencia.
Estos
disturbios subrayan cómo la retórica de odio y la desinformación pueden
desestabilizar comunidades y poner en peligro la convivencia. La respuesta de
figuras políticas como Nigel Farage, quien condenó la violencia, pero criticó
la "fractura de nuestras comunidades" debido a la inmigración,
refleja una narrativa que solo agrava las tensiones. Esta narrativa de odio y
división ha encontrado un terreno fértil en la creciente retórica antimigrante
del país.
La
decisión de permitir que figuras de extrema derecha como Tommy Robinson
regresen a plataformas como X, donde continúan propagando mensajes de odio, es
igualmente preocupante. Esto ha permitido que sus peligrosas y divisivas
propagandas lleguen a millones de personas, exacerbando la situación. Joe
Mulhall, director de investigación de Hope Not Hate, una organización benéfica
contra el racismo y el fascismo con sede en el Reino Unido, declaró que el
regreso de Robinson y figuras similares a X ha "dado lugar a que los
simpatizantes de la ultraderecha puedan llegar de nuevo a millones de personas
con su propaganda peligrosa y divisiva".
El primer
ministro Starmer ha reafirmado su postura, condenando los actos de violencia
como "vandalismo de ultraderecha". Sin embargo, figuras influyentes
como Elon Musk han avivado aún más las llamas, sugiriendo que "la guerra
civil es inevitable". Este tipo de declaraciones irresponsables solo
sirven para inflamar las tensiones y añadir más combustible al fuego de la
división social.
Los
disturbios recientes no solo revelan un fracaso en las políticas de convivencia
del Reino Unido, sino que también ilustran cómo la extrema derecha ha explotado
estos fallos para dividir y fragmentar la sociedad. Es imperativo que el
gobierno adopte medidas firmes para abordar las raíces de este odio y trabajar
hacia una verdadera cohesión social. Esto incluye no solo la condena enérgica
de la violencia y la retórica de odio, sino también la implementación de
políticas que promuevan la integración y el entendimiento intercultural,
combatiendo la desinformación y fomentando una narrativa de unidad y respeto
mutuo.
Israel López Marín
Agosto de 2024