La convivencia
intercultural se enfrenta a un desafío contemporáneo que podríamos denominar
"racismo posmoderno". A
diferencia de las formas tradicionales de discriminación basadas en la
supremacía racial, este fenómeno se caracteriza por la creencia y la
propagación de la idea de que el entendimiento entre diferentes culturas es
inherentemente imposible. Se argumenta que la convivencia multicultural es
propensa al conflicto, generando un caldo de cultivo para tensiones y
divisiones.
En este
contexto, es esencial comprender que los conflictos son una parte natural de
las relaciones humanas y que su magnitud depende en gran medida de la capacidad
de las personas para llegar a acuerdos y utilizar las situaciones problemáticas
como oportunidades para el conocimiento mutuo y la mejora de la comunicación.
La diversidad cultural, en lugar de ser vista como una barrera insalvable,
debería ser apreciada como una fuente de enriquecimiento y crecimiento.
Es importante
destacar que el rechazo no surge de la cultura en sí ni de sus manifestaciones,
sino más bien de la clasificación de las personas como "de cultura diferente". El miedo al
contacto con los demás se origina en la amenaza percibida a nuestra identidad,
convicciones y valores. En este punto, la mediación intercultural emerge como
una herramienta esencial para superar estas barreras y fomentar la comprensión
mutua.
El mediador y la
mediadora intercultural desempeñan un papel crucial al traducir las posiciones
de las partes, buscando intereses comunes expresados en un mismo código. Su
labor no se limita a la resolución de conflictos, sino que se extiende a la
transformación de normas y relaciones entre las personas. Se identifican tres
tipos de mediación: preventiva, rehabilitadora y creativa, cada una diseñada
para contribuir al entendimiento mutuo y a la construcción de relaciones
armoniosas y respetuosas.
La convivencia
intercultural se ve enriquecida por modelos específicos de mediación, y entre
ellos destaca el modelo comunitario, también conocido como dialógico. Este
enfoque no solo aborda la solución de conflictos manifiestos, sino que se
centra en la prevención, tratando tanto lo latente como lo manifiesto. Promueve
el diálogo entre las partes y los miembros de la comunidad, fomentando la
comprensión y el respeto mutuo.
En el ámbito
educativo, la mediación intercultural juega un papel fundamental en la
construcción de la identidad cultural individual y colectiva. La participación
comunitaria se revela como esencial para fomentar la comprensión de las
diferencias culturales, superar prejuicios y construir un entorno escolar
constructivo que celebre la diversidad como un activo valioso.
El mediador y la
mediadora intercultural actúa como un puente entre personas de diferentes
culturas, superando no solo barreras lingüísticas, sino también traduciendo
ideas y conceptos. Su función va más allá de la resolución de conflictos; busca
activamente mejorar las relaciones humanas entre grupos culturalmente diversos.
Por ello, la
mediación intercultural se presenta como una herramienta crucial para
contrarrestar el "racismo
posmoderno" y promover la convivencia pacífica entre personas de
diversas culturas. Su enfoque preventivo, rehabilitador y creativo contribuye a
la construcción de sociedades más inclusivas y comprensivas, donde la
diversidad es no solo tolerada, sino valorada y celebrada como una fuente de
riqueza y crecimiento.
Israel López Marín
Marzo de 2024