La llegada de la extrema derecha ha traído consigo la imposición de límites y barreras que afectan directamente al desarrollo de procesos comunitarios. La imposición de lineas rojas por parte de ciertos sectores políticos debilita la base misma de la democracia y amenaza la capacidad de las comunidades para abordar de manera efectiva sus necesidades y desafíos.
La convivencia y la interculturalidad, fundamentales para el desarrollo comunitario en entornos diversos, a menudo se ven socavadas cuando las administraciones públicas retiran su apoyo debido a posturas ideológicas. La falta de financiación y respaldo gubernamental se traduce en la pérdida de proyectos valiosos que podrían contribuir de manera significativa al tejido social y al entendimiento mutuo entre diferentes culturas.
En este contexto, las administraciones públicas, en lugar de ser un apoyo, se convierten en una amenaza para el desarrollo comunitario. Las políticas que limitan la participación activa de la sociedad civil, la promoción de la diversidad cultural y la implementación de proyectos inclusivos debilitan el tejido social y amenazan la construcción de comunidades resilientes.
Es esencial reconocer que el desarrollo comunitario no solo aborda las necesidades inmediatas de las comunidades, sino que también contribuye a la construcción de una sociedad más inclusiva y democrática. Abogar por la continuidad y fortalecimiento de estos proyectos es un paso crucial para resistir los embates que amenazan la convivencia intercultural y la democracia misma.
En un momento en el que la intolerancia y la rigidez ideológica amenazan con socavar los pilares de la democracia, es responsabilidad de todos nosotros abogar por el apoyo continuo a iniciativas de desarrollo comunitario. Solo a través de la colaboración entre diversos actores y el compromiso ciudadano podemos resistir y superar las amenazas que debilitan la convivencia y la diversidad cultural en nuestras comunidades.
Israel López Marín
Diciembre de 2023