miércoles, 7 de diciembre de 2022

TRABAJO, CONCILIACION, PATERNIDAD

 



“En la mayoría de casos, el marido, fiel a su rol tradicional machista no aprovechará esta nueva etapa de más tiempo disponible para incorporarse a colaborar con su mujer en las tareas del hogar y así permitir que ella tenga también "más tiempo libre" y descanso”.

 

 

Introducción.

Como sabemos, actualmente nos encontramos enfrentados a toda una serie de transformaciones en el ámbito familiar y, por ende, en la paternidad. Desde esta óptica, la presencia o ausencia de los padres en la crianza de sus hijos y de sus hijas, deja de ser un problema estrictamente individual para interpretarlo como un problema de carácter estructural. Un problema construido en términos relacionales, que, sin duda, es capaz de poner en cuestión los significados de la relación de pareja, la trayectoria y prácticas de paternidad de los hombres.

Entender que la presencia y ausencia paterna, no son procesos dicotómicos, sino cuestiones relacionales y socialmente construidos, nos permite entender las prácticas de la paternidad desde la experiencia de hombres de manera presente y afectiva, en clara contraposición con la ausencia por cumplimiento del trabajo y la proveeduría.

La identidad masculina focalizada en el trabajo para el cumplimiento de la proveeduría construye ausencias paternas. Los hombres que, históricamente han tenido que asumir formas de relación distintas a las tradicionales donde prevalecía la ausencia, distancia, autoritarismo y falta de compromiso, se encuentran en un momento crítico provocado por una sociedad que cada vez más, y de manera más explícita, cuestiona un nuevo modelo de paternidad más cercanas, involucradas y participativas en el ámbito familiar

Paternidades presentes Vs. Paternidades ausentes.

La relación de pareja juega un papel importante en la construcción de presencia o ausencias paternas en los varones. A través de los logros del movimiento feminista, actualmente vivimos una serie de transformaciones en el ámbito familiar a partir del ingreso de las mujeres a los ámbitos escolarizados, laborales, y el desarrollo de la autonomía en la toma de decisiones, de manera que la división sexual del trabajo y los roles de género se han venido modificando, tal y como afirma Salguero, M.A., Yoseff, J.J., Soriano, M., y Delabra, B.[1] Los diferentes modelos de paternidad van más allá de la condición biológica, forma parte del entramado sociocultural del orden de género, y desde la visión hegemónica de la masculinidad, los hombres que son padres deben ser responsables de la familia, de los hijos y de las hijas. Debemos considerar necesario acercarnos al proceso de construcción sociocultural de los hombres como padres no sólo de los que están presentes e involucrados, sino también de los que se han ausentado. Tal y como afirma Salazar[2], la igualdad entre hombres y mujeres no será plena mientras que no transformemos el orden patriarcal que sigue sustentando una clara diferencian jerárquica entre sexos. 

La presencia o ausencia como padres deja de ser un problema estrictamente individual para convertirse conceptualmente en un proceso de construcción sociocultural, dejar la visión dicotómica al ver presencia o ausencia, para dar cuenta de procesos relacionales, donde se cuestione en primera instancia la esencialización, naturalización y generalización que se ha hecho de los hombres y situarlos socioculturalmente como actores sociales en un mundo relacional con la pareja, los hijos/as, el trabajo, donde confluyen muchas veces tiempos y puntos de vista distintos respecto de las funciones que se esperan de cada integrante en los diferentes escenarios familiares y laborales.  

Tal y como expone Salguero, M.A., Yoseff, J.J., Soriano, M., y Delabra, B.[3] La presencia y/o ausencia de los hombres en la paternidad desde una perspectiva sociocultural de género no es un hecho individualizado, forma parte de los procesos de construcción familiar, de las prácticas culturales, situaciones y dinámica de las interacciones sociales, los intentos por conciliar la posibilidad de la presencia o ausencia del padre en el hogar.

La presencia o ausencia paterna como proceso sociocultural, nos lleva a plantear que no es algo individualizado que sucede en la mente o el interior de una persona, sino que es socialmente construido, por lo que sus significados pueden variar a través de los diferentes momentos en los que los hombres construyen su relación como padres, los cuales están mediados por la relación con la pareja o incluso con las familias de origen. Las emociones que viven y experimentan solo pueden comprenderse en el contexto sociocultural histórico en el que se construyen, donde el lenguaje y los rituales de cuidado en la relación entre el padre y los hijos/as están presentes en las formas de relación, las normas y reglas socioculturales.

Tal y como expone Salguero[4], debemos reflexionar críticamente sobre los hombres es complejo, porque conlleva la historia y formas de relación, lo cual éticamente forma parte del proceso a investigar, encontrando múltiples maneras de ser hombre y ser padre; desde las más tradicionales, caracterizadas por la distancia, autoridad y ejercicio de poder, hasta las más novedosas de hombres involucrados y participativos.

Sin lugar a dudas, los retos que nos plantea el movimiento feminista y estudios de género de los hombres implican visualizar desigualdades con la finalidad de desarrollar sociedades más inclusivas e igualitarias, para ello, se requiere la participación de los diversos actores sociales, incluyendo a hombres y a mujeres y las instituciones.

Tal y como expone Subirats[5], mientras que el género femenino ha ido evolucionando muy rápidamente en los lugares en que esta evolución no ha sido duramente reprimida, el género masculino está evolucionando de forma mucho más lenta, y existen unas mayores resistencias al cambio, que se hacen patentes de diversa manera en las distintas culturas y países, pero que, bajo formas variables, tienden a manifestarse en todo el mundo (Subirats Martori; 2002). Por tanto, no puede sorprendernos que sean las mujeres quienes han iniciado una renovación del género femenino.

La ruptura del equilibrio publico/privado plantea el que es uno de los grandes obstáculos para la igualdad del siglo XXI, la denominada conciliación entre la vida profesional y la personal/familiar (Salazar; 2018)[6]. Un concepto, el de la conciliación, que de manera mayoritaria se está entendiendo perversamente como una obligación de las mujeres, pero no de los hombres. Una realidad que exige, de manera innegable que las mujeres se conviertan en la práctica en personas explotadas que deben acumular una doble jornada laboral, en el mejor de los casos, sumando al trabajo fuera de casa, el trabajo doméstico.

El reto que debemos asumir, como hombres, es el de asumir que todo lo que se desarrolla en el ámbito privado, desde el cuidado de las hijas y los hijos al mantenimiento del hogar, debe ser una responsabilidad compartida. Por eso, deberíamos hablar más de “corresponsabilidad” que de conciliación. La corresponsabilidad implica asumir que todos estos trabajos, no les corresponden “naturalmente” a ellas, sino que también debe formar parte de nuestra agenda como hombres, y como padres.

Asumir el cuidado como parte indispensable de nuestra vida, es darnos la oportunidad de desarrollar una serie de capacidades, habilidades y emociones que se traducirían en nuestra manera de entender e interactuar tanto con el espacio público, como con el espacio privado. Todas estas herramientas, que desde el modelo heteropatriarcal se ha vinculado como “características femeninas”, pasarían a formar parte de nuestra manera de desenvolvernos también en el trabajo, en nuestras relaciones con nuestros iguales.

Se trataría, por tanto, de incorporar a nuestras vidas los principios y los valores que, desde el feminismo se ha identificado con la ética del cuidado. El cuidado como eje indiscutible de la vida pública y privada, nos aportaría, sin lugar a duda, en una mayor capacidad para poder ponernos en el lugar de otras personas, así como de un modo más constructivo en la resolución de los conflictos que de la convivencia se generan.

Ante la dualidad del padre ausente / padre presente, desde la perspectiva de los hombres igualitarios, debemos de entender cómo, para los hombres es un gran reto ser padres hoy, estar dispuestos a ser padres “no patriarcales”, cuya autoridad no sea mayor que la de la madre y que sea capaz de compartir labores domésticas, crianza y formación de la familia. Ser una persona con la seguridad suficiente para educar con afecto, proteger sin dominar y saber cuidar para, convertirse en un padre co-responsable.

Ser padre, es sumamente complejo, implica una responsabilidad centrada en el “deber ser y poder hacer” como los casos donde por cumplir con la proveeduría económica, dedican gran parte de su tiempo al trabajo, aunado a las distancias entre los centros laborales y los espacios de vivienda, no hay tiempo para estar con la familia.

Como afirma Salguero[7] un aspecto pendiente es la conciliación trabajo y familia, en el caso de los hombres que son padres, aún se encuentran muchas desigualdades para equiparar la ley en cuanto a la paternidad. Sin embargo, ciertos cambios culturales se hacen presentes en la práctica de algunos hombres en su papel de padres, modifican el rol y modelo tradicional a través de sus formas de participación en la relación con sus hijos/as y sus parejas, aunque con dificultades porque no cuentan con derechos laborales sobre los tiempos para interactuar y atender a su familia.

Tal y como expone Martínez Guirao, Javier Eloy y Anastasia Téllez Infantes[8] Esta crisis económica ha elevado los índices de paro hasta niveles que están teniendo repercusiones en las propias identidades y roles de género hegemónicos. A través de esta realidad, podemos constatar cómo la actual coyuntura de crisis y desempleo ha provocado cierto cambio en los roles masculinos y femeninos dentro del propio entorno familiar. Pues, en los casos en que es la mujer la que “sale a trabajar” y el hombre “se ha de quedar en casa”, se invierten, al menos en parte y modestamente aún, los tradicionales roles de género con relación al trabajo doméstico y el trabajo productivo.  

Es así como debemos apreciar nuevos modelos de masculinidad y feminidad, siendo más significativo el cambio por el que es el hombre el que asume parte de las tareas del hogar, al estar desempleado y no “poder pagar a una mujer para que haga las tareas de casa” mientras “su mujer” ha de “trabajar fuera todo el día”.

Estamos en el año 2021 y la idea tradicional de hombre ya no sirve. El modelo de masculinidad tradicional hegemonía, ya no sirve. Tal y como afirma Telléz[9], la denominada "cuarta ola feminista', que ve la luz definitivamente en las manifestaciones feministas del 8 de marzo de 2017 y 2018, es un reflejo de la necesidad de incorporar a los hombres ante el compromiso de la construcción de una sociedad igualitaria.  Es evidente la necesidad de deconstruir la masculinidad hegemónica para profundizar en las identidades masculinas alternativas, disidentes, nuevas que nos permitan detenernos en la que más nos conciernen: las masculinidades igualitarias. Por eso, las nuevas masculinidades buscan una alternativa a ese modelo hegemónico que incorpore la perspectiva de género. Un modelo de masculinidad capaz de mostrarnos nuevos, y diversos, modelos de paternidades, con perspectiva igualitaria.

La apuesta por el cuidado es un factor indispensable para la construcción de una sociedad más igualitaria. Implicarnos como hombres en el cuidado es, ir mucho más allá de aspectos como la paternidad. Es construir la masculinidad desde las relaciones en equilibrio y vivir la crianza de nuestros hijos e hijas, y el cuidado como espacios propios. No como terreno en el que los hombres somos meros invitados o en el que las mujeres nos indican y nos dicen cómo hay que hacer las cosas, sino que todos y todas somos ciudadanos de pleno derecho dentro del hogar y en la implicación con otras personas.  Este es el verdadero reto de los padres igualitarios ante el desafío de la igualdad de género. Este es el verdadero desafío de los hombres igualitarios.

 A modo de conclusión.

Nos encontramos ante una crisis de la identidad masculina tradicional y con ella, el resurgir de nuevos modelos de masculinidades desde la perspectiva de género. Fruto de este largo proceso de aculturación, es necesario considerar que las consecuencias del machismo, y el de haber sido socializados en una sociedad de estructura heteropatriarcal, en los propios hombres, supone un largo proceso de contradicciones, tensión y malestar ante maneras disidentes de entender la masculinidad.

Ante este nuevo escenario, el reto de la conciliación corresponsable, la deconstrucción de la identidad masculina y el surgimiento de grupos de hombres igualitarios son vías necesarias para seguir construyendo el camino hacia la igualdad real entre hombres y mujeres. Vías cada vez más necesarias para construir un nuevo modelo de masculinidad alejada de los contravalores de la masculinidad hegemónica tradicional. Ante esta realidad, la paternidad y sus diferentes modelos deben de asumir el reto del compromiso en clara perspectiva de género con la finalidad de entender la responsabilidad que los padres tenemos para con las futuras generaciones.

En este momento, los hombres, y frente a la cuarta ola feminista, tenemos bajo nuestra responsabilidad la posibilidad de rebelarnos contra el orden o mandato de género masculino y dejar de sustentar el sistema patriarcal, basado en la desigualdad entre mujeres y hombres. Ser hombre feminista, hombre igualitario, supone la posibilidad de "democratizar la vida doméstica" sobre la que edificar en el día a día la verdadera igualdad.

 

 Israel López Marín

 

Bibliografía

 

-Ballester Pastor, María Amparo (2019). El RDL 6/2019 para la garantía de la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y la ocupación: dios y el diablo en la tierra del sol. TEMAS LABORALES, núm. 146/2019. Págs. 13-14.

-Martínez Guirao, Javier Eloy y Anastasia Téllez Infantes (2016) “El efecto de la crisis y el desempleo desde una perspectiva de género” en Rev. Cuestiones de género: de la igualdad y la diferencia. No. 11, 2016, págs. 351-372.

-Salguero, María Alejandra (2019). Aprendizajes de género, masculinidad y paternidad en hombres de la Ciudad de México. Género y Salud en Cifras, Vol. 17, número 2, mayo-agosto del 2019. Comité Editorial.

-Salguero, M.A., Yoseff, J.J., Soriano, M., y Delabra, B. (2019). Presencias y ausencias paternas: la experiencia de hombres en Ciudad de México. ENCRUCIJADAS. Revista Crítica de Ciencias Sociales. Vol. 18, 2019, pág. 1-21a1804; ISSN 2174-6753.

-Subirats Martori, Marina (2020). “El género masculino, entre la obsolescencia y la impostación” pps. 19-34 en Téllez Infantes, Anastasia; Martínez Guirao, Javier Eloy y Sanfélix Albelda, Joan (2020) (Eds.) Hombres, género y patriarcado: Reflexiones, cuerpos y representaciones. Madrid: Editorial Dykinson. ISBN: 978-84-1377-243-1, 164 pps.

- Téllez Infantes, Anastasia (2019) “Masculinidad, identidad y trabajo: ¿democratizamos la vida doméstica en términos de igualdad”? pps. 131-150 en Martínez Guirao, Javier Eloy; Téllez Infantes, Anastasia; y Sanfélix Albelda, Joan (Eds.) (2019) DECONSTRUYENDO LA MASCULINIDAD. CULTURA, GÉNERO E IDENTIDAD. Editorial Tirant Lo Blanch. I.S.B.N: 978-84-17706-29-6.



[1] Salguero, M.A., Yoseff, J.J., Soriano, M., y Delabra, B. (2019). Presencias y ausencias paternas: la experiencia de hombres en Ciudad de México. ENCRUCIJADAS. Revista Crítica de Ciencias Sociales. Vol. 18, 2019, pág. 1-21a1804; ISSN 2174-6753.

[2] Salazar Benítez; O. (2012), “Otras masculinidades posibles. Hacia una masculinidad diferente y diferenciada”. Recerca. 2012.12.6. pp. 87-112.

[3] Salguero, M.A., Yoseff, J.J., Soriano, M., y Delabra, B. (2019). Presencias y ausencias paternas: la experiencia de hombres en Ciudad de México. ENCRUCIJADAS. Revista Crítica de Ciencias Sociales. Vol. 18, 2019, pág. 1-21a1804; ISSN 2174-6753.

[4] Salguero, María Alejandra (2019). Aprendizajes de género, masculinidad y paternidad en hombres de la Ciudad de México. Género y Salud en Cifras, Vol. 17, número 2, mayo-agosto del 2019. Comité Editorial.

[5] -Subirats Martori, Marina (2020). “El género masculino, entre la obsolescencia y la impostación” pps. 19-34 en Téllez Infantes, Anastasia; Martínez Guirao, Javier Eloy y Sanfélix Albelda, Joan (2020) (Eds.) Hombres, género y patriarcado: Reflexiones, cuerpos y representaciones. Madrid: Editorial Dykinson. ISBN: 978-84-1377-243-1, 164 pps.

[6] -Salazar Benítez; O. (2018), “El hombre que no deberíamos ser”. Barcelona. Planeta.

[7]  Salguero, María Alejandra (2019). Aprendizajes de género, masculinidad y paternidad en hombres de la Ciudad de México. Género y Salud en Cifras, Vol. 17, número 2, mayo-agosto del 2019. Comité Editorial.

[8] Martínez Guirao, Javier Eloy y Anastasia Téllez Infantes (2016) “El efecto de la crisis y el desempleo desde una perspectiva de género” en Rev. Cuestiones de género: de la igualdad y la diferencia. No. 11, 2016, págs. 351-372, I.S.S.N.: 1699-597X, e-ISSN: 2444-0221.

[9] Téllez Infantes, Anastasia (2019) “Masculinidad, identidad y trabajo: ¿democratizamos la vida doméstica en términos de igualdad”? pps. 131-150 en Martínez Guirao, Javier Eloy; Téllez Infantes, Anastasia; y Sanfélix Albelda, Joan (Eds.) (2019) DECONSTRUYENDO LA MASCULINIDAD. CULTURA, GÉNERO E IDENTIDAD. Editorial Tirant Lo Blanch. I.S.B.N: 978-84-17706-29-6.

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