“En la mayoría de casos, el marido, fiel a
su rol tradicional machista no aprovechará esta nueva etapa de más tiempo
disponible para incorporarse a colaborar con su mujer en las tareas del hogar y
así permitir que ella tenga también "más tiempo libre" y descanso”.
Introducción.
Como sabemos,
actualmente nos encontramos enfrentados a toda una serie de transformaciones en
el ámbito familiar y, por ende, en la paternidad. Desde esta óptica, la
presencia o ausencia de los padres en la crianza de sus hijos y de sus hijas,
deja de ser un problema estrictamente individual para interpretarlo como un
problema de carácter estructural. Un problema construido en términos
relacionales, que, sin duda, es capaz de poner en cuestión los significados de
la relación de pareja, la trayectoria y prácticas de paternidad de los hombres.
Entender que la
presencia y ausencia paterna, no son procesos dicotómicos, sino cuestiones
relacionales y socialmente construidos, nos permite entender las prácticas de la
paternidad desde la experiencia de hombres de manera presente y afectiva, en
clara contraposición con la ausencia por cumplimiento del trabajo y la proveeduría.
La identidad masculina focalizada en el trabajo para el cumplimiento de la proveeduría construye ausencias paternas. Los hombres que, históricamente han tenido que asumir formas de relación distintas a las tradicionales donde prevalecía la ausencia, distancia, autoritarismo y falta de compromiso, se encuentran en un momento crítico provocado por una sociedad que cada vez más, y de manera más explícita, cuestiona un nuevo modelo de paternidad más cercanas, involucradas y participativas en el ámbito familiar
Paternidades presentes Vs. Paternidades
ausentes.
La
relación de pareja juega un papel importante en la construcción de presencia o
ausencias paternas en los varones. A través de los logros del movimiento
feminista, actualmente vivimos una serie de transformaciones en el ámbito
familiar a partir del ingreso de las mujeres a los ámbitos escolarizados,
laborales, y el desarrollo de la autonomía en la toma de decisiones, de manera
que la división sexual del trabajo y los roles de género se han venido
modificando, tal y como afirma Salguero, M.A., Yoseff, J.J., Soriano, M., y
Delabra, B.[1] Los
diferentes modelos de paternidad van más allá de la condición biológica, forma
parte del entramado sociocultural del orden de género, y desde la visión
hegemónica de la masculinidad, los hombres que son padres deben ser responsables
de la familia, de los hijos y de las hijas. Debemos considerar necesario
acercarnos al proceso de construcción sociocultural de los hombres como padres
no sólo de los que están presentes e involucrados, sino también de los que se
han ausentado. Tal y como afirma Salazar[2],
la igualdad entre hombres y mujeres no será plena mientras que no transformemos
el orden patriarcal que sigue sustentando una clara diferencian jerárquica
entre sexos.
La presencia o
ausencia como padres deja de ser un problema estrictamente individual para
convertirse conceptualmente en un proceso de construcción sociocultural, dejar
la visión dicotómica al ver presencia o ausencia, para dar cuenta de procesos
relacionales, donde se cuestione en primera instancia la esencialización,
naturalización y generalización que se ha hecho de los hombres y situarlos
socioculturalmente como actores sociales en un mundo relacional con la pareja,
los hijos/as, el trabajo, donde confluyen muchas veces tiempos y puntos de
vista distintos respecto de las funciones que se esperan de cada integrante en
los diferentes escenarios familiares y laborales.
Tal y como
expone Salguero, M.A., Yoseff, J.J., Soriano, M., y Delabra, B.[3]
La presencia y/o ausencia de los hombres en la paternidad desde una perspectiva
sociocultural de género no es un hecho individualizado, forma parte de los
procesos de construcción familiar, de las prácticas culturales, situaciones y
dinámica de las interacciones sociales, los intentos por conciliar la
posibilidad de la presencia o ausencia del padre en el hogar.
La presencia o ausencia paterna como
proceso sociocultural, nos lleva a plantear que no es algo individualizado que
sucede en la mente o el interior de una persona, sino que es socialmente
construido, por lo que sus significados pueden variar a través de los
diferentes momentos en los que los hombres construyen su relación como padres,
los cuales están mediados por la relación con la pareja o incluso con las
familias de origen. Las emociones que viven y experimentan solo pueden
comprenderse en el contexto sociocultural histórico en el que se construyen,
donde el lenguaje y los rituales de cuidado en la relación entre el padre y los
hijos/as están presentes en las formas de relación, las normas y reglas
socioculturales.
Tal y como
expone Salguero[4], debemos
reflexionar críticamente sobre los hombres es complejo, porque conlleva la
historia y formas de relación, lo cual éticamente forma parte del proceso a
investigar, encontrando múltiples maneras de ser hombre y ser padre; desde las
más tradicionales, caracterizadas por la distancia, autoridad y ejercicio de
poder, hasta las más novedosas de hombres involucrados y participativos.
Sin lugar a
dudas, los retos que nos plantea el movimiento feminista y estudios de género
de los hombres implican visualizar desigualdades con la finalidad de
desarrollar sociedades más inclusivas e igualitarias, para ello, se requiere la
participación de los diversos actores sociales, incluyendo a hombres y a
mujeres y las instituciones.
Tal y como
expone Subirats[5], mientras
que el género femenino ha ido evolucionando muy rápidamente en los lugares en
que esta evolución no ha sido duramente reprimida, el género masculino está
evolucionando de forma mucho más lenta, y existen unas mayores resistencias al
cambio, que se hacen patentes de diversa manera en las distintas culturas y
países, pero que, bajo formas variables, tienden a manifestarse en todo el
mundo (Subirats Martori; 2002). Por tanto, no puede sorprendernos que sean las
mujeres quienes han iniciado una renovación del género femenino.
La ruptura
del equilibrio publico/privado plantea el que es uno de los grandes obstáculos
para la igualdad del siglo XXI, la denominada conciliación entre la vida profesional
y la personal/familiar (Salazar; 2018)[6]. Un
concepto, el de la conciliación, que de manera mayoritaria se está entendiendo
perversamente como una obligación de las mujeres, pero no de los hombres. Una
realidad que exige, de manera innegable que las mujeres se conviertan en la
práctica en personas explotadas que deben acumular una doble jornada laboral,
en el mejor de los casos, sumando al trabajo fuera de casa, el trabajo
doméstico.
El reto
que debemos asumir, como hombres, es el de asumir que todo lo que se desarrolla
en el ámbito privado, desde el cuidado de las hijas y los hijos al
mantenimiento del hogar, debe ser una responsabilidad compartida. Por eso,
deberíamos hablar más de “corresponsabilidad” que de conciliación. La
corresponsabilidad implica asumir que todos estos trabajos, no les corresponden
“naturalmente” a ellas, sino que también debe formar parte de nuestra agenda
como hombres, y como padres.
Asumir el cuidado como parte indispensable de
nuestra vida, es darnos la oportunidad de desarrollar una serie de capacidades,
habilidades y emociones que se traducirían en nuestra manera de entender e
interactuar tanto con el espacio público, como con el espacio privado. Todas
estas herramientas, que desde el modelo heteropatriarcal se ha vinculado como
“características femeninas”, pasarían a formar parte de nuestra manera de
desenvolvernos también en el trabajo, en nuestras relaciones con nuestros
iguales.
Se trataría,
por tanto, de incorporar a nuestras vidas los principios y los valores que,
desde el feminismo se ha identificado con la ética del cuidado. El cuidado como
eje indiscutible de la vida pública y privada, nos aportaría, sin lugar a duda,
en una mayor capacidad para poder ponernos en el lugar de otras personas, así
como de un modo más constructivo en la resolución de los conflictos que de la
convivencia se generan.
Ante la
dualidad del padre ausente / padre presente, desde la perspectiva de los hombres
igualitarios, debemos de entender cómo, para los hombres es un gran reto ser
padres hoy, estar dispuestos a ser padres “no patriarcales”, cuya autoridad no
sea mayor que la de la madre y que sea capaz de compartir labores domésticas,
crianza y formación de la familia. Ser una persona con la seguridad suficiente
para educar con afecto, proteger sin dominar y saber cuidar para, convertirse
en un padre co-responsable.
Ser padre, es
sumamente complejo, implica una responsabilidad centrada en el “deber ser y poder
hacer” como los casos donde por cumplir con la proveeduría económica, dedican
gran parte de su tiempo al trabajo, aunado a las distancias entre los centros
laborales y los espacios de vivienda, no hay tiempo para estar con la familia.
Como
afirma Salguero[7]
un aspecto pendiente es la conciliación trabajo y familia, en el caso de
los hombres que son padres, aún se encuentran muchas desigualdades para
equiparar la ley en cuanto a la paternidad. Sin embargo, ciertos cambios
culturales se hacen presentes en la práctica de algunos hombres en su papel de
padres, modifican el rol y modelo tradicional a través de sus formas de
participación en la relación con sus hijos/as y sus parejas, aunque con
dificultades porque no cuentan con derechos laborales sobre los tiempos para
interactuar y atender a su familia.
Tal
y como expone Martínez Guirao, Javier Eloy y Anastasia Téllez Infantes[8]
Esta crisis económica ha elevado los índices de paro hasta niveles que están
teniendo repercusiones en las propias identidades y roles de género
hegemónicos. A través de esta realidad, podemos constatar cómo la actual
coyuntura de crisis y desempleo ha provocado cierto cambio en los roles
masculinos y femeninos dentro del propio entorno familiar. Pues, en los casos
en que es la mujer la que “sale a trabajar” y el hombre “se ha de quedar en
casa”, se invierten, al menos en parte y modestamente aún, los tradicionales
roles de género con relación al trabajo doméstico y el trabajo productivo.
Es así como debemos
apreciar nuevos modelos de masculinidad y feminidad, siendo más significativo
el cambio por el que es el hombre el que asume parte de las tareas del hogar,
al estar desempleado y no “poder pagar a una mujer para que haga las tareas de
casa” mientras “su mujer” ha de “trabajar fuera todo el día”.
Estamos en
el año 2021 y la idea tradicional de hombre ya no sirve. El modelo de
masculinidad tradicional hegemonía, ya no sirve. Tal y como afirma Telléz[9], la
denominada "cuarta ola feminista', que ve la luz definitivamente en las
manifestaciones feministas del 8 de marzo de 2017 y 2018, es un reflejo de la
necesidad de incorporar a los hombres ante el compromiso de la construcción de
una sociedad igualitaria. Es evidente la
necesidad de deconstruir la masculinidad hegemónica para profundizar en las
identidades masculinas alternativas, disidentes, nuevas que nos permitan
detenernos en la que más nos conciernen: las masculinidades igualitarias. Por
eso, las nuevas masculinidades buscan una alternativa a ese modelo hegemónico
que incorpore la perspectiva de género. Un modelo de masculinidad capaz de
mostrarnos nuevos, y diversos, modelos de paternidades, con perspectiva
igualitaria.
La apuesta
por el cuidado es un factor indispensable para la construcción de una sociedad
más igualitaria. Implicarnos como hombres en el cuidado es, ir mucho más allá
de aspectos como la paternidad. Es construir la masculinidad desde las
relaciones en equilibrio y vivir la crianza de nuestros hijos e hijas, y el
cuidado como espacios propios. No como terreno en el que los hombres somos
meros invitados o en el que las mujeres nos indican y nos dicen cómo hay que
hacer las cosas, sino que todos y todas somos ciudadanos de pleno derecho
dentro del hogar y en la implicación con otras personas. Este es el verdadero reto de los padres
igualitarios ante el desafío de la igualdad de género. Este es el verdadero
desafío de los hombres igualitarios.
Nos
encontramos ante una crisis de la identidad masculina tradicional y con ella,
el resurgir de nuevos modelos de masculinidades desde la perspectiva de género.
Fruto de este largo proceso de aculturación, es necesario considerar que las
consecuencias del machismo, y el de haber sido socializados en una sociedad de
estructura heteropatriarcal, en los propios hombres, supone un largo proceso de
contradicciones, tensión y malestar ante maneras disidentes de entender la
masculinidad.
Ante este nuevo escenario, el reto de la
conciliación corresponsable, la deconstrucción de la identidad masculina y el
surgimiento de grupos de hombres igualitarios son vías necesarias para seguir
construyendo el camino hacia la igualdad real entre hombres y mujeres. Vías
cada vez más necesarias para construir un nuevo modelo de masculinidad alejada
de los contravalores de la masculinidad hegemónica tradicional. Ante esta
realidad, la paternidad y sus diferentes modelos deben de asumir el reto del
compromiso en clara perspectiva de género con la finalidad de entender la
responsabilidad que los padres tenemos para con las futuras generaciones.
En este momento,
los hombres, y frente a la cuarta ola feminista, tenemos bajo nuestra
responsabilidad la posibilidad de rebelarnos contra el orden o mandato de
género masculino y dejar de sustentar el sistema patriarcal, basado en la
desigualdad entre mujeres y hombres. Ser hombre feminista, hombre igualitario,
supone la posibilidad de "democratizar la vida doméstica" sobre la
que edificar en el día a día la verdadera igualdad.
Israel López Marín
Bibliografía
-Ballester
Pastor, María Amparo (2019). El RDL 6/2019 para la garantía de la igualdad de
trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y la ocupación:
dios y el diablo en la tierra del sol. TEMAS LABORALES, núm. 146/2019. Págs.
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- Téllez
Infantes, Anastasia (2019) “Masculinidad, identidad y trabajo: ¿democratizamos
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[1] Salguero,
M.A., Yoseff, J.J., Soriano, M., y Delabra, B. (2019). Presencias y ausencias
paternas: la experiencia de hombres en Ciudad de México. ENCRUCIJADAS. Revista
Crítica de Ciencias Sociales. Vol. 18, 2019, pág. 1-21a1804; ISSN 2174-6753.
[2] Salazar
Benítez; O. (2012), “Otras masculinidades posibles. Hacia una masculinidad
diferente y diferenciada”. Recerca. 2012.12.6. pp. 87-112.
[3] Salguero,
M.A., Yoseff, J.J., Soriano, M., y Delabra, B. (2019). Presencias y ausencias
paternas: la experiencia de hombres en Ciudad de México. ENCRUCIJADAS. Revista
Crítica de Ciencias Sociales. Vol. 18, 2019, pág. 1-21a1804; ISSN 2174-6753.
[4] Salguero,
María Alejandra (2019). Aprendizajes de género, masculinidad y paternidad en
hombres de la Ciudad de México. Género y Salud en Cifras, Vol. 17, número 2,
mayo-agosto del 2019. Comité Editorial.
[5] -Subirats
Martori, Marina (2020). “El género masculino, entre la obsolescencia y la
impostación” pps. 19-34 en Téllez Infantes, Anastasia; Martínez Guirao, Javier
Eloy y Sanfélix Albelda, Joan (2020) (Eds.) Hombres, género y patriarcado:
Reflexiones, cuerpos y representaciones. Madrid: Editorial Dykinson. ISBN:
978-84-1377-243-1, 164 pps.
[6] -Salazar
Benítez; O. (2018), “El hombre que no deberíamos ser”. Barcelona. Planeta.
[7] Salguero, María Alejandra (2019). Aprendizajes
de género, masculinidad y paternidad en hombres de la Ciudad de México. Género
y Salud en Cifras, Vol. 17, número 2, mayo-agosto del 2019. Comité Editorial.
[8] Martínez
Guirao, Javier Eloy y Anastasia Téllez Infantes (2016) “El efecto de la crisis
y el desempleo desde una perspectiva de género” en Rev. Cuestiones de género:
de la igualdad y la diferencia. No. 11, 2016, págs. 351-372, I.S.S.N.:
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[9] Téllez
Infantes, Anastasia (2019) “Masculinidad, identidad y trabajo: ¿democratizamos
la vida doméstica en términos de igualdad”? pps. 131-150 en Martínez Guirao,
Javier Eloy; Téllez Infantes, Anastasia; y Sanfélix Albelda, Joan (Eds.) (2019)
DECONSTRUYENDO LA MASCULINIDAD. CULTURA, GÉNERO E IDENTIDAD. Editorial Tirant Lo
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