Algunos de los que calzan la fuerza, son los mismos que queman cruces[1], decía la banda de Rap Metal Rage Against The Machine en la canción que da título a este artículo de opinión. Y es que hay cosas que parecen no evolucionar. La vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, sufrió un atentado en la puerta de su casa, ubicada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuando un hombre le disparó en la cara. Afortunadamente, no salió el disparo y fue detenido en el momento. Un atentado fallido que profundiza la polarización política en Argentina, así como en el resto del mundo.
En
la última década hemos podida ver como el discurso de odio ha ido creciendo de
manera exponencial gracias a su legitimación a través de los medios de comunicación
de masas. Periodistas de medio pelo que se han dedicado, de manera totalmente
intencionada, a manipular los márgenes de la “Ventana de Overton” para hacernos
discernir entre aquello que es aceptable, y aquello que roza lo “políticamente incorrecto”.
Medios
de comunicación de masas que, cada día bombardean nuestros hogares y nuestras
conciencias condicionando nuestro criterio a la hora de elegir a nuestros enemigos,
evidenciando ante nuestros ojos cuales deben ser, de manera inexorable,
nuestros aliados. Tal y como afirmaba Malcolm X, si no estamos prevenidos ante los medios de comunicación, nos harán
amar al opresor y odiar al oprimido, una frase premonitoria que nos hace
entender el presente que estamos viviendo. Noam Chomsky, décadas después,
afirmó que los medios de comunicación tienen la gran habilidad para manipular y
dirigir la opinión de las masas. Una opinión que beneficia a los grandes
oligarcas, actuando cual “Cuarto Poder”. Los medios de comunicación y la prensa
en cuanto a sector dotado de gran poder o influencia en los asuntos sociales y
políticos de un país obedecen, de manera incansable, a la voz de sus amos. Y es
que, desde que se inventó la imprenta, la 'libertad de prensa' es la voluntad
del dueño de la imprenta.
En
estos últimos años hemos visto ataques desde los medios de comunicación de
masas hacia la democracia internacional. Ataques que como fin tenían la coacción
y el ejercicio del poder a través del miedo. Un terrorismo informativo capaz de
condicionar cada pequeño resquicio de progreso o avance. Una estrategia
ofensiva de los sectores oligarcas ante el temor a perder alguno de sus
privilegios. Blanqueamiento del fascismo en televisión y prensa o el
señalamiento de líderes políticos solo nos demuestra, una vez más, como los
medios de comunicación, apuntan y la extrema derecha, dispara.
Estas
últimas semanas, y tras el intento de atentado de Cristina Fernández de Kirchner,
a manos de un pistolero de extrema derecha, la maquinaria del fango de los Mass
Media han articulado toda una estrategia propia de trileros en la que nos
intentan demostrar que nada es lo que parece. ¿Podemos justificar un acto de
ese calibre? ¿Se puede blanquear un intento de asesinato? Me pregunto hasta qué
punto hemos llegado como sociedad en la que, ante una acción que merece una
repulsa y condena absoluta, los medios de comunicación intentan darle la vuelta
a la cuestión para que nada sea lo que parece.
La
filosofa de origen alemán Hannah Arendt, afirmaba en su libro “Eichmann en
Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal” que, algunos individuos
actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre
sus actos. No se preocupan por las consecuencias de sus actos, solo por el
cumplimiento de las órdenes. Pues bien, los medios de comunicación de masas se
encargan de eso, de comunicar las ordenes que el poder dicta. Ocupemonos de
romper esa banalidad en la que vivimos, rompamos con esa cadena de mando.
killing in the name of...
And now you do what they told you
Israel López Marín